Ayer miraba la luna, grande, potente y con clase. Esa que nos acompaña cada noche y encandila nuestra mente. Esa que fotografiamos y que a modo de photocall siempre queremos posar con ella, la que admiramos en noches de verano y también de invierno.
Esa luna falsa e inerte que pulula a nuestro alrededor, que brilla porque la hacen brillar y porque sabe donde tiene que estar. Esa que se lucra de la luz de los demás para iluminar tristezas y alegrías.
Y tú, una estrella con luz y vida propia, siguiendo a su sombra, intimidad@ por algo que parece, pero no es. Tú que te resistes a encenderte a mostrar tu valor a deslumbrar con lo mejor que sabes hacer, brillar por ti mism@.
Que no te intimiden las miradas, solo te mirarán con admiración, te mirarán porque estás ahí, porque te expones y si te expones es porque tienes valor y el valor se mira y se admira.
Será entonces cuando marcarás la diferencia con la luna, esa que tanto tiempo te tuvo eclipsado y a oscuras, esa que te reprimía y no te dejaba avanzar.
Y sólo está en tu mano salir de ahí,
«porque la luna que te ensombrece, eres tú»